lunes, 20 de febrero de 2012

Hace muchos años

Hace muchos años tomé un paseo con mi padre por un valle recién nevado, y al llegar al tope de la colina
él me miró complaciente y dijo:

- mira hacia atrás y dime lo que ves
- veo las huellas de nuestras pisadas- respondí
- Fíjate en lo diferente que son nuestros pasos marcados en la nieve!:

Los míos son firmes y seguros. Van el línea recta e indican sin duda alguna una voluntad férrea, disciplina y el
saber llegar a nuestro destino sin distracciones ni pretextos. El producto de una vida dedicada a lograr metas.

En cambio tus pasos - él continuó- son vacilantes y erróneos: van desde la madriguera de un conejo a
las primeras flores de la primavera, de la orilla de la laguna a las huellas escurridizas de una ardilla,
de perseguir las primeras mariposas de la temporada a buscar el escondite de los zorros...

Ese vacilar errante - él continuó- es lo que nos diferencia a los adultos de los niños!

Pasaron los años y ese recuerdo aún persiste en mi memoria.

Decidí entonces NUNCA ser como mi padre!

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