él me miró complaciente y dijo:
- mira hacia atrás y dime lo que ves
- veo las huellas de nuestras pisadas- respondí
- Fíjate en lo diferente que son nuestros pasos marcados en la nieve!:
Los míos son firmes y seguros. Van el línea recta e indican sin duda alguna una voluntad férrea, disciplina y el
saber llegar a nuestro destino sin distracciones ni pretextos. El producto de una vida dedicada a lograr metas.
En cambio tus pasos - él continuó- son vacilantes y erróneos: van desde la madriguera de un conejo a
las primeras flores de la primavera, de la orilla de la laguna a las huellas escurridizas de una ardilla,
de perseguir las primeras mariposas de la temporada a buscar el escondite de los zorros...
Ese vacilar errante - él continuó- es lo que nos diferencia a los adultos de los niños!
Pasaron los años y ese recuerdo aún persiste en mi memoria.
Decidí entonces NUNCA ser como mi padre!
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