miércoles, 2 de abril de 2014
Veo, Vuelo y escucho
Hay veces que ese agónico estado llamado sueño se mezcla
con el inevitable despertar. A este delirio se le llama duermevela, en el que es
posible tomar de las riendas y redirigir esos sueños que otrora
fueron placenteros, otrora agonizantes y conducirlos a lugares insospechados.
Baste un trago de licor en ese preciso instante y ante mis ojos cerrados veo, vuelo, y escucho secretos
jamás confesados: admiro la radiante belleza de tus senos desnudos mientras me ofreces tus angelicales
gozos carnales; de oidas escucho terribles secretos compartidos por personajes ilustres de la ciencia y la historia;
y escucho los maravillosos e inexplicables acordes de orquestas formadas por músicos muertos.
Veo, vuelo y escucho.
De repente paseo entre ruinas contemporáneas y entre figuras que cambian de forma, color e idioma,
las ideas fluyen por mi confusa mente, y mientras más entiendo acerca de la vida, menos entiendo mis
intensiones. Son esos momentos en que el significado de la vida se me ofrece fuera del filtro de la percepción y
lo disfruto. Estos delirios placenteros hacen que todos los conceptos disímbolos que he aprendido, se unan en uno
solo dándome la certeza que lo entiendo todo!. Al final descubro que, como un bebé, no entiendo nada y todas son
palabras cuyo significado no entiendo: amor, odio, celos, angustia, desprecio, deseo, pasión, amistad, desesperación,
soledad.
Pero qué puedo decir sino:
Veo, vuelo y escucho.
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