miércoles, 19 de octubre de 2016

Cuando un Escobar le pica los ojos a otro



De joven, entre mis pasiones estuvo la de tocar en grupos de rock. Toqué el bajo y guitarra en varias bandas y me apasionaba la flauta transversal (la cual mi madre me regaló con grandes sacrificios). Todo parecía que iba bien y vislumbraba un lindo futuro dedicándome a  la música, pero mis sueños terminaron abruptamente cuando uno de mis hermanos, aprovechando una ausencia, robó mi equipo completo. Cuando supe quién fue el ratero, le dije a mi hermano Humberto, quien sólo se limitó a maldecir por lo bajo.

Sobra decir que nunca pude recuperarme del todo de este asunto y terminé a la deriva laboralmente, siendo mis sueños truncados de cuajo.

El ratero ya no vive desde hace mucho con nosotros pero sus visitas son frecuentes y no nos dirigíamos la palabra por rencillas anteriores. Seguido tengo que soportar su asquerosa presencia y su interminable perorata cada vez que se presenta con su estúpida cara de inocente. Al sentirme excluido en mi propia casa, mi único escape es encerrarme en mi habitación ante la mirada indolente de mi madre y hermana, quienes, aunque hasta hace poco se enteraron que él fue quien me robó, siguen actuando como si nada!

Los robos no pararon allí, pues como este gay de closet y su asquerosa familia tienen llaves del departamento, durante años se perdieron cosas de la casa en general y de mi habitación en particular como cámaras, DvD´s, CD´s, etc. además de anillos, aretes y bisutería diversa. Es por eso que la mantengo cerrada en mis ausencias.

Cada fiesta, cumpleaños o reuniones son motivo de frustración para mí por obvias razones y pido disculpas si mi comportamiento parece mala educación o grosería,  pero no me queda más remedio que dirigirme  directamente a mi habitación y encerrarme durante horas (sin comer) para evitar la molestia de permanecer cerca de él o de su innombrable familia.

Reconozco que la culpa fue mía al no actuar en su debido momento; debí llamar a la policía o algo parecido pero nunca quise mortificar a mi madre; dejar que el tiempo pasara sólo terminó por afectar mi relación con la familia entera. Sólo me queda advertirles a todos que se cuiden de ese ratero y gay de clóset (literalmente) quien es, como ya se lo habrán imaginado, Erick.

Actualización (6-ago-2018)

A casi un año de seguir enfermo (ahora parece ser Polineuropatía periférica inflamatoria aguda causada por un hipotiroidismo nunca atendido), estoy a merced de los caprichos familiares y las visitas de tan indeseable personaje continúan de una manera casi atroz pues viene cada vez que hay alguna reunión familiar o en su defecto cada quincena a pedirle dinero a mi madre.

He resuelto que tan pronto me recupere y consiga trabajo, lo primero que haré será terminar con esto por las buenas o por las malas.