A veces siento que estoy atrapado entre varios frentes: mi salud, mi familia y la escasez de dinero. Un agravante es que a nadie de mis amigos les he contado acerca de mis padecimientos y por lo mismo, ni una visita, ni llamada, ni palabras de aliento. Otro agravante es que tampoco he hecho pública mi situación familiar a otros miembros de la familia y esto sólo empeora las cosas.
Dicho esto, debo reconocer que estoy solo, sin poder acudir a nadie en busca de consejo o apoyo emocional. En mi casa soy un bulto, una molestia, un estorbo al cual todos tienen el derecho a ningunear e ignorar. Huelga decir que esto me provoca ansiedad, depresión y un terrible odio irracional hacia quien originó todo esto. Lo peor es la indiferencia de mis seres cercanos quienes al ver mi predicamento, prefieren cerrar los ojos a mi intolerante situación.
Recientemente pensé que un familiar cercano se solidarizaba conmigo, pero tristemente él tiene otras preocupaciones, me dio la espalda y, para variar, yo chingo a mi madre.
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