viernes, 29 de octubre de 2010

Sin Dioses Propone el "Dia del Orgullo Primate"

La explicación científica del origen del hombre molesta profundamente a los creacionistas. Razón por la cual han ridiculizado la idea de “descender de un mono”, pero más grave aún, se han esforzado por subvalorar y tergiversar el conocimiento que se ha obtenido a partir del registro fósil, valiéndose del analfabetismo científico y fomentándolo.

La idea de que el ser humano desciende de un primate no humano, o más coloquialmente, de un mono o un simio ha sido fuertemente atacada por los religiosos. No por motivos que la teoría no sea científica sino porque contradice los dogmas religiosos.

La desinformación y tergiversación han girado alrededor de la forma como opera la evolución (¿si la evolución es correcta por qué sigue habiendo monos?), la importancia de los fósiles de transición (no “eslabones perdidos”, término incorrecto de origen decimonónico), y las pruebas genéticas que muestran el parentesco evolutivo y permite inferir el tiempo en el que los linajes divergieron.

¿Qué hacer frente a esta ola de desinformación y ataque frontal? Lo primero es luchar para que haya una mayor comprensión pública de la ciencia. Las declaraciones y textos creacionistas demuestran que la mayoría de las personas desconoce los hechos y tiene ideas mal concebidas sobre lo que es la evolución y sobre cómo ocurre. Solamente en la educación se encuentra la solución al analfabetismo científico.

Es importante que se tome un día reivindicativo para la ciencia, un día en el que los biólogos y paleontólogos puedan llamar la atención sobre nuestros orígenes, sobre el esfuerzo científico para conocer nuestro lugar en la naturaleza, y para denunciar la pseudociencia creacionista.

Sin Dioses propone postular el 24 de noviembre para tal fin. ¿Por qué esta fecha? Porque un 24 de noviembre se produjeron dos hechos claves para comprender nuestros orígenes y nuestro lugar en la naturaleza: la publicación del Origen de las especies, en 1859 y el descubrimiento de Lucy en 1974. El día que proponemos sería llamado “Día del orgullo primate”

Nuestro deseo es que biólogos, paleontólogos y racionalistas en general se unan a esta celebración haciendo público el siguiente manifiesto:

1. Nos sentimos orgullosos de ser miembros del orden de los primates. La inclusión en el grupo de los primates no es solo un aspecto taxonómico sino que revela también el parentesco evolutivo que tenemos con los demás primates.

2. Nos sentimos orgullosos de "descender de un simio". No de una especie de simio actual, sino de un simio extinto, pero simio al fin y al cabo. No nos avergüenza nuestro origen evolutivo.

3. Queremos hacer un reconocimiento al trabajo de los paleontólogos que han ayudado a descifrar nuestros orígenes evolutivos y deseamos que se siga desarrollando el trabajo de los paleontólogos, así como la divulgación de sus investigaciones.

4. Queremos hacer un reconocimiento a todos los biólogos y conservacionistas que trabajan para ayudar a conservar las especies de primates actuales.

5. Queremos declarar que los seres humanos no estamos separados de la naturaleza, sino que somos parte de la naturaleza, ya que nos relacionamos con ella en las interacciones ecológicas y por nuestro origen evolutivo.

6. Manifestamos que nos sentimos orgullosos de ser homínidos y de que nuestros parientes más cercanos sean los simios africanos. La anatomía comparada y la genética nos muestra esta relación filogenética y tal hecho no nos hace menos como seres humanos.

7. Queremos que el conocimiento de los orígenes humanos que nos revela la ciencia esté disponible en todas las escuelas y denunciamos el bloqueo que hacen de ello los grupos fundamentalistas religiosos.

8. Manifestamos que la oposición que hacen los creacionistas respecto al parentesco de los humanos con los demás primates y de nuestra evolución es científicamente deshonesta y responde solamente a intereses doctrinales. Los creacionistas tienen derecho a creer lo que deseen pero no pueden pretender pasar por alto el testimonio fósil, ni del ADN, ni de hacer pasar sus convicciones religiosas como una explicación al mismo nivel de la ciencia.

martes, 26 de octubre de 2010

El timpo sigue

Ya han pasado varias semanas desde que tuve que tomar la temida decisión de dormir a Mafalda. Las cosas han recuperado su cauce pero no andan del todo bien.

Me duele su ausencia de una manera asfixiante. Aunque saber que ya no sufre me sirve de consuelo, aún me hace falta. A veces cuando llego a la solitaria casa y en lo recóndito de mi mente me parece escuchar su llamado, no puedo evitar que una lágrima se asome por mis ojos. A veces la escucho en mis sueños y al levantarme, veo su lugar vacío a mi lado.

lunes, 4 de octubre de 2010

Descansa MI Pequeña

Al mirar tus ahora vacíos ojos, una lágrima recorre los míos, llenos.
Ahora que te has ido, quiero decir las cosas que nunca pude. Siempre estuviste ocupada, ahora jugando, ahora durmiendo. Siempre estropeando los sillones de la abuela y tomando el sol. Nunca me atreví a perturbar tu sueño. En que sueñan los gatos? Soñarán acaso en ratones?

Descansa mi pequeña.

Recuerdas la tarde en que te ví por primera vez detras de un cristal? Retozabas con otros gatitos huérfanos buscando desentrañar las maravillas de este mundo y estos misterios te eran negados a causa de las cuatro paredes del sucio vidrio de tu encierro. Tu vida se iba en perseguir sombras, reflejos y moscas. Y entre morder las orejas a otros y correr a ganar la comida, te detuviste a verme con esa mirada curiosa que sólo tú tenías.

En ese instante el mundo dejó de girar sobre su eje, las galaxias casi colapsan bajo su propio peso. Nuestros ojos se encontraron. Supe... supimos que nos necesitábamos, que nos hacíamos falta.

Descansa mi pequeña.

Al pasar los años te volviste sabia y soberbia. Aprendiste a saciar tus deseos con tan sólo un maullido. Paseabas por la casa orgullosa de tu lustroso pelaje y presumías tu belleza por mi ventana, provocando a los perros de abajo. Nunca perdiste tu compostura, tu aire de gran dama. Siempre preferiste, sobre el tazón de agua limpia, el agua de la regadera.

Me reñías cuando me ausentaba de tu lado y me buscabas diciendo: porqué te tardas tanto? Sin importarte que yo estuviera en el baño, la regadera o la cocina, me reñías. Al volver sobre mi hombro siempre estabas allí, reprochándo mi momentánea indiferencia.

Descansa mi pequeña.

Pasamos infinitas horas contando nuestros secretos, nuestras penas y esperanzas. Lloramos y reímos juntos. Siempre sensata y siempre buena escucha, jamás me reprochaste mis canalladas y te complacías con mis aventuras. Hicimos planes para recorrer mundos lejanos, besar bellas mujeres, escuchar música de dioses y desentrañar los misterios del universo... y aún así me escondías el contro remoto. Siempre sospeché que en mi ausencia veías telenovelas.

Descansa mi pequeña.

Ahora, tus ojos ya no tienen vida. Tu cuerpo está frío.
Te abrazo en mi pecho y lloro.
Lloro por tu ausencia. Lloro por una ausencia que me hace daño, que me asfixia y me mata.
Quén como tú que eres ahora indiferente a los pesares y las angustias del hombre. Ahora eres ajena al dolor y la pena.
Quién como tú que ahora conoces el vacío al que todos iremos. La suprema sabiduría.

Quién como tú...

Descansa ahora, mi pequeña.

Adiós Mafalda

Durante diez breves años alejaste de mi corazón las sombras de la soledad. En tan sólo diez años te convertiste en mi única amiga y confidente. Tu serena belleza calmó mis iras y mil veces secaste las lágrimas de mis ojos.

Siempre estuviste a mi lado y siempre reprochaste mis ausencias. Eras presta para recibirme y lenta para reñirme, y tu constante maullar me recordó que no estaba solo y que nunca más lo estaría.

Durante largas horas me perdí el la magnífica profundidad de tus ojos y envuelto en ensoñaciones viajé a mundos distantes llenos de paz, música y alegría, en donde siempre estabas a mi lado. Ese lazo que compartimos desde el principio en que nuestros destinos se cruzaron, creció tan fuerte y sólido gracias a tu paciente ternura, a nuestras cómplices alegrías y a nuestras soledades hechas una.

Ahora que te has ido no puedo seguirte.

A donde vas no hay retorno.

Dejas en mi corazón el consuelo de miles de alegrías, miles de sueños compartidos.

Vivirás en mís recuerdos.

Para siempre: te quiero.

sábado, 2 de octubre de 2010

Recuerdos


No! dijiste cuando te pedí unas fotos desnuda.

Y ante mi insistencia sólo me tildaste, si no de depravado, sí de un irredento calenturiento. Qué hago entonces? La posibilidad de contemplar una vez más tu hermoso cuerpo desnudo que alguna vez tuve entre mis brazos me volvía loco. Loco de deseo, loco de recordar, loco por cumplir ese deseo inconcluso que corroe mi entrepierna.

El recuerdo de tu hermoso rostro ha acompañado mis solitarias noches y condimentado mis sueños más pecaminosos, acompañándo a esa imagen difusa de tus piernas alrededor de las mías, tus pezones entre mis labios, mis manos acariciando tus nalgas. Y entre risas y cervezas evadías la respuesta cuando te decía: Te Amo.

Esas imágenes son cada vez más esquivas; por más que trato de invocarlas desde la oscuridad de mi mente, son cada vez más lejanas, más difusas y el recuerdo de tu cabello perfumado pasa a ser parte de los recuerdos de la lejana infancia y de la tormentosa adolescencia. De esos recuerdos que llegan a ser tan lejanos que no sabré si fueron reales o tan sólo meras fantasías.

Ahora son muchos los años que separan los hechos de los recuerdos y el abismo que crece entre ellos se multiplica amenazando con engullir ambos extremos. Mis recuerdos, que alguna vez me dieron vida y esperanza, ahora se precipitan en la profundidad voraz del olvido y me quedo solo. Solo sin tus recuerdos y solo sin ti.

Incapacidad de compartir

Entre los humanos existe una barrera infranqueable, una pared que nos separa de los demás. Esta autoimpuesta línea limítrofe no sólo sirve para alejarnos de los demás, sino que también es útil para evitar que uno mismo se compenetre con los sentimientos y/o tragedias de nuestros semejantes, ya que consideramos sus pueriles penas tanto inútiles como vanas.

Cuando uno está enamorado, creémos que nadie entiende lo enorme, maravilloso y soberbio que nos resulta nuestro enamoramiento, y al la vez  desdeñamos el amor de los demás ya que el nuestro es mayor a todos los amores de toda la historia escrita.

De igual manera es cuando a uno le aflije una pena, ya sea grande o pequeña, nos sentimos traicionados por los demás porque ellos no son capaces de entenderla, de sentirla, de sufrirla. Nuestras penas son las más pesadas e intolerables del mundo.

Caminamos por la calle con nuestros problemas revoloteando nuestros pensamientos y al ver a la gente distante, preocupada por sus pequeños e indiferentes dramas, creémos que son unos infelices al ser ajenos de un drama mayor que el de su propia existencia, mayor que dios, mayor que la vida misma...

De repente llegamos a nuestro triste destino y nuestras ominosas penas son las mismas, nuestro corazón sigue roto, nuestro bolsillo continúa vacío y nuestras esperanzas continúan vanas. Pero... porqué demonios los demás no se dan cuenta?