Tiempo atrás dió indicios de que algo malo le sucedía. Pasaba largo rato contemplando el vacío con sus ojos ciegos ensimismada en quién sabe qué pensamientos. Paseaba por la casa confundida y fácilmente se extraviaba detrás de una puerta o debajo de algún mueble. Lo anterior era fácilmente atribuible a demencia senil canina pero siempre pensamos, erróneamente tal vez, que nuestros mimos suplirían esas carencias.
Al final de cuentas lo importante es la calidad de vida, pero desde ese primer desmayo, su condición se ha deteriorado aceleradamente y aunque a primera vista no parece sufrir, duerme todo el tiempo indiferente a nuestros estímulos y ya perdió todo interés por su alimento favorito.
Después de insistir neciamente logré convencer de una urgente visita al veterinario con los gastos que esto conllevaría y en estos momentos estoy contando los minutos para sacarla de su sueño y salir corriendo en busca de esperanza.
Pongo todas mis esperanzas en las próximas horas.
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