lunes, 27 de septiembre de 2010

Dime, Mafalda...

Hoy te llevé con ciertas dificultades al veterinario donde recibí la notica, tras una exahustiva revisión, que el cáncer se ha difundido por tu frágil y cansado cuerpo de tan sólo 10 años. El galeno me asegura que el linfoma ahora está invadiendo tu hígado, bazo y pulmones.

Tienes que mejorar. Tiene que haber alivio. Tiene que haberlo...  Lo que no hay es esperanza. Lo que no hay es tiempo. Tu muerte es inevitable por más que la medicina trate, por más que yo trate, por más que tu voluntad de vivir sea mucha.

Tratar de asirte a mi lado no es razón suficiente para prolongar tu agonía. Quiero creér que por ahora no sufres, pero ese dolor constante, esa falta de apetito, esa mirada triste, esa sozobra en la que te encuentras... esa duda constante.

A ratos duermes, a ratos gimes y a ratos me llamas con voz lastimera. Ya no comes. Ya no juegas. De repente te alejas del calor de mi cama para buscar consuelo en el frío de algún rincón de la sala y yo no sé! No sé que sientes. No sé que piensas! No sé si sufres o es sólo una molestia llevadera. Y me está matando el no saber.

Porqué diablos no me hablas? Dime!! Dime porfavor... qué sientes? qué te duele? eres feliz a mi lado? Te traté mal alguna vez? Son tantas las preguntas que quisiera hacerte y si tan sólo me respondieras...

Tal vez sea mejor desistir, dejarte ir.
Tal vez sea mejor aguantar.
No lo sé.
Alguien lo sabe?

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