sábado, 2 de octubre de 2010

Recuerdos


No! dijiste cuando te pedí unas fotos desnuda.

Y ante mi insistencia sólo me tildaste, si no de depravado, sí de un irredento calenturiento. Qué hago entonces? La posibilidad de contemplar una vez más tu hermoso cuerpo desnudo que alguna vez tuve entre mis brazos me volvía loco. Loco de deseo, loco de recordar, loco por cumplir ese deseo inconcluso que corroe mi entrepierna.

El recuerdo de tu hermoso rostro ha acompañado mis solitarias noches y condimentado mis sueños más pecaminosos, acompañándo a esa imagen difusa de tus piernas alrededor de las mías, tus pezones entre mis labios, mis manos acariciando tus nalgas. Y entre risas y cervezas evadías la respuesta cuando te decía: Te Amo.

Esas imágenes son cada vez más esquivas; por más que trato de invocarlas desde la oscuridad de mi mente, son cada vez más lejanas, más difusas y el recuerdo de tu cabello perfumado pasa a ser parte de los recuerdos de la lejana infancia y de la tormentosa adolescencia. De esos recuerdos que llegan a ser tan lejanos que no sabré si fueron reales o tan sólo meras fantasías.

Ahora son muchos los años que separan los hechos de los recuerdos y el abismo que crece entre ellos se multiplica amenazando con engullir ambos extremos. Mis recuerdos, que alguna vez me dieron vida y esperanza, ahora se precipitan en la profundidad voraz del olvido y me quedo solo. Solo sin tus recuerdos y solo sin ti.

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